Paraguay: Desafíos mas allá de la estabilidad macroeconómica

En los últimos quince años, Paraguay ha gozado de una notoria solidez a nivel macroeconómico, lo cual a su vez le ha otorgado resiliencia a la hora de enfrentar los profundos desafíos de la pandemia. La tasa de inflación cerró el año 2020 con una variación interanual del 2,2%. Por otra parte, al cierre del primer trimestre de 2021, la inflación ha alcanzado 0,6%. Este dato toma especial relevancia al ser comparado con otros países de la región como Argentina que superó el 35% el año pasado, o Brasil que a pesar de un proceso de recuperación en su política económica superó el 4,5% durante el año.

En este contexto, ante una inflación controlada, el BCP ha tenido la posibilidad de mantener su tasa de política monetaria, es decir la referencia para el rendimiento de las letras de regulación monetaria, en un 0,75% anual. Este nivel es históricamente bajo para el indicador ya que en los años anteriores el mismo oscilaba entre el 5% y el 6,5% anual inclusive.

La intención del BCP al reducir su tasa de política monetaria es desincentivar la inversión de los bancos privados en este tipo de títulos que son muy seguros, para que tomen más riesgos colocando una mayor cantidad de créditos que mantengan la economía en funcionamiento. Este objetivo se ha cumplido relativamente bien, en especial durante la segunda parte del 2020 cuando la cartera de créditos creció a razón de 9% interanual cada mes. Las reservas internacionales del BCP han alcanzado USD 10.170 millones. Esto permitirá al BCP hacer frente a las fluctuaciones inesperadas en el tipo de cambio. 

Ahora bien, no existen dudas que la fortaleza macroeconómica es absolutamente insuficiente a la hora de generar desarrollo económico y social que beneficie a todo el país. Según la última proyección realizada por el BCP, este año, el crecimiento del PIB podría ser de hasta un 3,5%. Sin embargo, para alcanzar este nivel de crecimiento el país deberá adoptar un conjunto de políticas públicas tendientes a: i) garantizar la adquisición de vacunas contra el COVID-19; ii) optimizar el gasto público; iii) generar mayor empleo; iv) fortalecer la institucionalidad a nivel gubernativo; v) incrementar la lucha contra la corrupción; vi) e implementar el seguro de desempleo.

Hasta la fecha el gobierno ha demostrado lentitud y torpeza en la adquisición de las vacunas contra el COVID-19. No caben dudas que la estrategia ha estado ausente. Esto ha retardado innecesariamente la inmunización de toda la población, por ende constituye un obstáculo mayúsculo para la activación económica. Aun cuando el proceso ha empezado con retraso, la vacunación goza de poca transparencia y credibilidad. Las necesidades básicas en salud publica han dejado al descubierto la absoluta falta de gestión gubernamental.

Otro de los grandes desafíos será la mejora en la ejecución del gasto público. Un gran porcentaje del PGN se encuentra destinado a los denominados “gastos rígidos.” Esto impide la inversión en salud pública y educación – dos rubros con necesidades históricas. Además, las políticas públicas focalizadas en la recuperación y mantención del empleo en los próximos meses serán fundamentales para reactivar la economía. Los últimos datos sobre el empleo publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), con corte al cuarto trimestre del 2020, revelan que un total de 233.905 trabajadores han caído a la categoría de Sub-ocupados por Insuficiencia de trabajo. En este sentido, el gobierno deberá trabajar y buscar soluciones creativas para la problemática actual, y avanzar con el proyecto del seguro de desempleo.

El fortalecimiento de las instituciones tampoco puede ser soslayado. La ausencia de institucionalidad contribuye a incrementar las desigualdades, obstaculiza la transparencia y crea un ambiente propicio para el avance de la corrupción. Sin la implementación de estas políticas públicas de manera rápida y efectiva, la bonanza macroeconómica continuará distante, alejada  e incomprensible para la mayoría de los paraguayos. Por si sola, ella no mejorará la calidad de vida de nuestros connacionales. La coyuntura actual exige cambios drásticos que ya no pueden ser postergados.