Apoyo crediticio a Mipymes durante la pandemia
La pandemia del coronavirus llegó de manera repentina generando un gran perjuicio a casi todos los países del mundo y el nuestro no fue la excepción. Al margen del tema sanitario, la cuestión económica se presentó con importantes desafíos a ser atendidos por las naciones en vías de desarrollo; uno de ellos fue el crédito a empresas de pequeño porte.
Entre varias medidas de carácter económico (monetarias y fiscales), el gobierno decidió estimular la concesión de préstamos a micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) como método de recuperación y sostenimiento del empleo. La herramienta principal para este cometido fue el fortalecimiento Fondo de Garantía del Paraguay (Fogapy), administrado por la Agencia Financiera de Desarrollo (AFD), banca de segundo piso creada ya en el gobierno de Nicanor Duarte Frutos (2003-2008) y además, la creación de un Fideicomiso a cargo de la misma institución.
1) Banca de Segundo Piso
El trabajo de una banca de segundo piso consiste en fondear a instituciones del ámbito financiero a cambio de una tasa de interés por la intermediación. En el caso de del Fogapy, no hay una entrega directa de dinero a la empresa colocadora del crédito, sino un aval estatal de los préstamos a conceder. Es decir, se asigna un cupo a cada banco, financiera o cooperativa del total de los fondos disponibles, sin entregar recursos. Lo que hace a su vez la entidad intermediaria es ofrecer al público créditos con este aval estatal de hasta el 70% de modo a que si el cliente no puede hacer frente a sus obligaciones por algún motivo, la AFD se compromete a devolver el dinero a la otorgante del crédito. Lo que se busca con esto es que el banco suavice su análisis de riesgo para la concesión de los créditos, ya que en las condiciones generadas por el coronavirus hasta el momento, la incertidumbre económica persiste y nadie sabe si realmente podrá cumplir con sus obligaciones financieras en el futuro; menos cuando se trata de pequeñas y medianas empresas que no cuentan con la misma solvencia que una gran corporación.
1) Fogapy
Las características de los créditos avalados por el Fogapy son claras y el monto máximo depende del tamaño de la empresa solicitante, con un tope de hasta G. 1.000 millones, con una tasa máxima del 10%. Estos préstamos se pueden realizar solamente en moneda local, lo cual colabora en cierto modo al fortalecimiento del guaraní por la demanda que se genera sobre el signo monetario. La AFD distingue tres segmentos por tamaño de empresa y son: microempresas (facturación anual de hasta G. 500 millones o US$ 90.000), pequeñas empresas (hasta G. 2.500 millones o US$ 450.000) y medianas empresas (G. 6.000 millones o US$ 1,09 millones). El plazo máximo es de diez años admite un periodo de gracia antes del inicio de los pagos, lo que convierte a este instrumento en una herramienta muy adaptable a la coyuntura que se vive actualmente. Esto podría continuar en el futuro y no ser solamente un factor de sostenimiento; sino de crecimiento para este segmento del mercado local que acapara más de la mitad de la fuerza laboral formalizada. El destino de los recursos que puedan resultar de un crédito inscripto en el registro del Fogapy tiene sus condicionamientos. Se pueden utilizar para capital de trabajo, gastos corrientes del negocio, materia prima e insumos y afines. También para inversiones, ya sea en adquisición de bienes de capital, expansión de infraestructura edilicia y/o tecnológica, entre otros. El tope máximo de cobertura para cada crédito es de hasta el 70% por el momento; sin embargo ambas Cámaras del Congreso ya han aprobado un proyecto de ley que amplía la posibilidad de avalar hasta el 90%. El mismo está pendiente la promulgación por parte del Ejecutivo. La intención es, además, otorgar más recursos a la AFD para que los créditos garantizados puedan llegar a más pymes, lo cual generó bastante discusión y el origen de este dinero está todavía en duda; ya que podría provenir o de un empréstito o de una reasignación de recursos de los fondos de emergencia ya adquiridos por el gobierno.
El Fogapy tiene una capacidad de apalancamiento de hasta US$ 565 millones, de los cuales ya se han otorgado garantías por el equivalente en dólares a US$ 156 millones, repartidos entre casi 11.000 créditos. Si bien el Fogapy existe ya desde hace bastante tiempo, no fue hasta la llegada de la pandemia que despertó el interés de los agentes del sistema financiero por la coyuntura que se planteó. En las primeras semanas, el desembolso de los créditos fue relativamente lento; pero con el del tiempo se fue desarrollando y la concesión es cada vez mayor. El Banco Nacional de Fomento (BNF), como banca pública tomó la posta y es la institución del sistema financiero que más créditos garantizados ha otorgado, casi 3.500 avales registrados en los registros de la AFD. La distribución de las 10.906 garantías, según el tamaño de empresa se ha hasta la fecha de la siguiente manera:
- Microempresas: 50%
- Pequeñas Empresas: 34%
- Medianas Empresas: 12%
- Empresas intermedias: 4%
En su mayoría, estos créditos han sido colocados en la capital y en el Departamento Central, no obstante, han llegado con bastante fuerza a otros puntos comerciales del país, como en Ciudad del Este, Encarnación y Pedro Juan Caballero.
3) Fisalco
Mediante el artículo 18 de la ley 6524/20 que declaró el Estado de Emergencia en el país por la pandemia, se creó el Fideicomiso para pago de Salarios y/o Capital Operativo (Fisalco), un instrumento complementario del gobierno en su línea de fomento al crédito. Se trata de unos US$ 85 millones administrados por la AFD, para otorgar cupos a cooperativas y casas de crédito con el fin de colocar préstamos con tasas de hasta el 5,5% para Mipymes. A diferencia del Fogapy, los recursos del Fisalco son directamente entregados a las intermediarias, fraccionando los correspondientes cupos en cuatro partes a los efectos de un mejor seguimiento del control estricto del cumplimiento de la finalidad del fideicomiso. Una vez que la empresa otorga los préstamos del 25% de su primera entrega, debe rendir cuentas a la banca de segundo piso para continuar el proceso. Hasta la fecha, y se han otorgado préstamos a Mipymes por más de US$ 15 millones con los recursos del Fisalco y todavía queda un margen importante para las solicitudes a procesar. Son 30 cooperativas y 7 casas de crédito las que están operando con este fideicomiso.
4) El crédito en tiempos de crisis. Desafíos
Los economistas Rudiger Dornbusch y Stanley Fischer explican que en una coyuntura de crisis económica; tal como la que se vive hoy y acaso sin precedentes, es natural que los bancos hagan más rígidos sus análisis de riesgo, ya que finalmente el dinero que administran no es propio, sino de los ahorristas. Ponen como ejemplo que durante la crisis económica que se vivió en los Estados Unidos en el año 1992, la recesión tuvo una característica muy marcada que se comentó entre los gremios y medios de prensa y fue la dificultad de conseguir créditos. Recuerdan en la obra, que incluso antes de que comenzar aquella recesión los ejecutivos de las empresas y los responsables de la política económica se quejaban de lo esquiva que se volvió la concesión de préstamos.
Ese recorte crediticio que se evidenció en la renuncia de los bancos y cajas de ahorro a conceder préstamos, tendencia que empeoró con la profundización de la recesión económica de Estados Unidos en ese año. Esto confirmó la existencia del problema que había generado la crisis en el sistema financiero. Entonces, las empresas bancarias tendieron a primar por la seguridad de sus inversiones en títulos públicos en lugar de prestar esos ahorros a empresas, que ante la incertidumbre no sabían cómo avanzar. Agregan los economistas que los bancos se mostraron extraordinariamente cautos para dar préstamos porque habían concedido muchos créditos desacertados en los años ochenta, sobre todo en el sector inmobiliario, y querían reconstruir sus carteras realizando solamente préstamos muy seguros. Finalmente, Dornbusch y Fischer advierten sobre la experiencia post-crisis. La economía de Estados Unidos se comenzó a recuperar para los últimos meses de 1992, aunque de una manera muy lenta. Sin embargo, la recuperación de los créditos fue mucho más débil todavía de lo que había sido desde la Segunda Guerra Mundial y la gran interrogante que se plantearon fue qué era lo que iba a pasar en las próximas décadas.
En efecto, en el caso del Paraguay, la concesión de créditos se vio bastante afectada durante el inicio de la pandemia – al igual que en muchos otros países de la región. Como una búsqueda de estímulo al crédito, el gobierno fortaleció el Fondo de Garantía que si bien ya existía, era muy pequeño. Además, el Gobierno creó el Fisalco. A pesar de las múltiples dificultades a la hora de desembolsar efectivamente los créditos, ambas medidas han sido acertadas y han pasado a constituirse en importantes elementos a la hora de proveer cierto alivio a las Mipymes. Ahora bien, continúan siendo insuficientes en un contexto económico, tanto a nivel local como mundial, extremadamente delicado.